
- Margarito: Te quiero
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- Margarito: ¿Llamamos a una abeja?
25 años sin tu presencia viva en este mundo. Mas tú, ser inmortal, vives aún en tus vívidas palabras, renaces, brotas, resucitas y recuperas la vida que mortalmente tenía como destino la ausencia corporal. Pero estás aquí, encarnado en las letras a las que tú mismo diste vida, son ellas las que ahora nos traen tu luz, son el haz del foco revelador que tú fuiste, las huellas de tus pisadas, el rastro de los senderos que genialmente recorriste. Te serviste de una imaginación límpidamente impura, infantil y juguetona, terrena y metafísica, bailando entre los registros de variadas lenguas, inventando mundos en los que comunicarse era una cuestión de música y glíglico.