domingo, 20 de abril de 2008

"El emperrado corazón amora"





El Festival de la Palabra de la Universidad de Alcalá de Henares (del 10 al 30 de abril) gira en torno al poeta Juan Gelman. Él es el protagonista, a quien se quiere rendir homenaje. El pasado 18 de abril tuvo lugar la presentación del audiolibro "La voz de Juan Gelman", una voz que, la escritora Diana Bellesi, describió como "indomable y compañera".





Juan Gelman lleva la poesía “tatuada en los huesos, la ha sufrido en su propia carne”, dijo el ministro de cultura, César Antonio Molina, el pasado año al anunciar a este poeta argentino como el premio Cervantes 2007. En efecto, Gelman, que recibirá el galardón este miércoles, el Día Mundial del Libro, lleva la poesía incrustada en el alma, clavada en el corazón. En él, vida y creación poética se dan la mano, y se afierran la una a la otra formando una alianza inseparable. Dice Gelman: “a este oficio me obligan los dolores ajenos, las lágrimas, los pañuelos saludadores, la primera rosa en medio del otoño o del fuego, los besos del encuentro, los besos del adiós, todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre”. Ser poeta es esto, vivir por y para la poesía, ser uno con ella.


Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) se lanzó a la literatura en la década de los 50, cuando fundó con David Alvares Morgade el grupo literario El Pan Duro, cuyos miembros, inconformistas y soñadores, creían que la poesía debía y podía cambiar el mundo, aunque para ello también era preciso cambiar la palabra. El poeta debía alejarse del viejo modo de hacer poesía, es decir, no cantar desde un cómodo sillón de oficina, no cantar desde la oficialidad ni desde el oficialismo, sino utilizar un lenguaje coloquial, cercano, porque así es el poeta: un alma que sufre con las almas que sufren, un hombre, como los demás, que ama y vive y muere.
Por eso, la poesía de Gelman y de los literatos de El Pan Duro se acerca a lo cotidiano, busca a través de lo estético gritar los inconformismos, y luchar por cambiar los puntos negros de la historia con una poesía en la que reside la actividad política, social e intelectual. De hecho, el apogeo del grupo se enmarca en una época políticamente convulsa: Mayo francés, Vietnam, Argelia, la Revolución cubana... Estos jóvenes literatos y atrevidos proponían un modo de ser con su poesía y, según Boccanera, utilizaban “un lenguaje más cerca del habla que de la lengua, prosaísmo intencionado, simulación y parodia, elemento lírico con carga anecdótica, jadeo interrumpido por el relampagueo de las imágenes, metáforas trenzadas dentro de los límites de la paradoja”.
El discurso poético de Juan Gelman se caracterizó desde el principio por el radicalismo, por la rebeldía gritada a pleno pulmón, gritada desde sí mismo, participando de ella, hasta el punto de que fue a la cárcel y más tarde al exilio. Siempre quiso desnudar lo sangriento de la dictadura argentina, contra la que ya había luchado colaborando como editor en la revista Crisis y formando parte del grupo revolucionario de los Montoneros. La dictadura se llevó a su hijo y a su nuera, que estaba embarazada. Su experiencia vital y el dolor engastado en ella se han plasmado en algunos de sus poemarios, como Cólera buey, Gotán o Hacia el sur.

XCI

toda poesía es hostil al capitalismo
puede volverse seca y dura pero no
porque sea pobre sino
para no contribuir a la riqueza oficial

puede ser su manera de protestar de
volverse flaca ya que hay hambre
amarilla de sed y penosa
de puro dolor que hay puede ser que

en cambio abra los callejones del delirio y las bestias
canten atropellándose vivas de
furia de calor sin destino puede
ser que se niegue a sí misma como otra

manera de vencer a la muerte
así como se llora en los velorios
poetas de hoy
poetas de este tiempo

nos separaron de la grey no sé que será de nosotros
conservadores comunistas apolíticos cuando
suceda lo que sucederá pero
toda poesía es hostil al capitalismo


(Cólera buey)



Según palabras de Julio Cortázar, “acaso lo más admirable en su poesía es su casi impensable ternura allí donde más se justificaría el paroxismo del rechazo y la denuncia, su invocación de tantas sombras desde una voz que sosiega y arrulla, una permanente caricia de palabras sobre tumbas ignotas”.


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