lunes, 1 de septiembre de 2008

Barbas de mariposas


Ni un solo momento Federico García Lorca había dejado de ver su barba llena de mariposas. Fértil barba ésa del poeta estadounidense Walt Whitman, quien compuso el canto de sí mismo, como hombre, por todos los hombres, por todo lo bello humano que hay que celebrar y cantar y alabar y por todo aquello que nos provoca deleite y nos eleva a la gloria. Canta desde el yo al yo, canta a lo que lleva dentro. Pero no hay en sus poemas asomo de egolatría, porque ese yo que aparece es simbólico, representa a un “nosotros”, pues todos los “yo” somos iguales. Canta incluso a quien no conoce, a quienquiera que sea ese hombre, esa mujer que camina persiguiendo sueños. A qué cantar sino a los sueños y a la persecución que hemos de hacer de ellos...


A TI

Quienquiera que seas, sospecho con temor que caminas por
los senderos de los sueños,
Temo que estas realidades ilusorias se desvanezcan bajo tus
pies y entre tus manos,
Desde ahora tus facciones, alegrías, lenguaje, casa, negocio,
modales, molestias, locuras, traje, se separan
de ti,
Se me aparecen tu alma y tu cuerpo verdaderos,
Se apartan de negocios, comercio, tiendas, trabajo, granja, casa, compra, venta, comer, beber, sufrimiento, muerte.

Quienquiera que seas, pongo sobre ti mis manos para que seas
mi poema,
Te murmuro al oído:
He amado a muchas mujeres y a muchos hombres, pero a
nadie he amado tanto como a ti.

Oh, he sido tardo y mudo,
Debí haberme abierto camino hacia ti hace mucho tiempo,
No debí haber proclamado a nadie sino a ti, no debí haber
cantado a nadie sino a ti.

Lo abandonaré todo y vendré, y cantaré himnos en tu honor,
Nadie te ha comprendido, pero yo te comprendo,
Nadie te ha justificado, y tú no te has justificado tampoco,
No hay nadie que no te haya encontrado imperfecto, sólo yo
no hallo en ti imperfecciones,

No hay nadie que no haya querido esclavizarte, yo soy el
único que no aceptará tu servidumbre,
Yo soy el único que no te impone señor, ni dueño, ni superior,
ni Dios, fuera de los que hay intrínsicamente en ti mismo.

Los pintores han representado sus grupos abigarrados
alrededor de una figura central,
De la cabeza de la figura central se extiende un nimbo de luz
áurea,
Pero yo pinto miríadas de cabezas, y a ninguna le falta su
nimbo de luz áurea,
Que de mis manos, y del cerebro de todo hombre y mujer,
fluye y resplandece eternamente.

¡Oh, yo podría cantar de ti grandezas y glorias!
No te has conocido a ti mismo, tu vida entera sólo ha sido un
sueño interior,
Tus párpados han estado cerrados casi siempre,
Tus actos vuelven a ti para escarnecerte
(Si tu trabajo, tu saber, tus plegarias no vuelven a ti para
escarnecerte, ¿para qué vuelven?),
El escarnio no te pertenece,
Debajo de él y dentro de él te veo en acecho,
Te he seguido hasta donde nadie te ha seguido,
Si el silencio, la mesa de trabajo, la expresión petulante, la
noche, la rutina diaria te ocultan de los demás o de ti
mismo, no te ocultan de mí,
Si el rostro rasurado, el ojo inquieto, la tez impura engañan
a los demás, a mí no me engañan,
Yo aparto el vestido llamativo, la actividad vergonzosa, la
embriaguez, la codicia, la muerte prematura.

No hay don de hombre o de mujer que no se adapte
a ti,
No hay virtud ni belleza en el hombre o en la mujer que no
estén también en ti,
Y ningún placer les espera que no te espere también a ti.

En cuanto a mí, yo no doy nada a nadie sin darte a ti otra
cosa igual,
Yo no canto la gloria de nadie, ni la de Dios, antes de cantar
tu gloria.

¡Quienquiera que seas, reclama lo tuyo a cualquier precio!
Las pompas de Oriente y Occidente son insignificantes
comparadas contigo,
Estas praderas inmensas, estos ríos interminables: tú eres
inmenso e interminable como ellos,
Estos furores, elementos, borrascas, movimientos de la
Naturaleza, agonías de aparente aniquilamiento: eres tú,
hombre o mujer, su soberano o soberana,
Soberano o soberana, por tu propio derecho, eres dueño o
dueña de la Naturaleza, elementos, dolor, pasiones,
aniquilamiento.

Las trabas caen de tus tobillos, encuentras en ti recursos
inagotables,
Viejo o joven, hombre o mujer, grosero, bajo, rechazado por
todos, lo que tú seas te proclama,
A través del nacimiento, vida, muerte, entierro, los medios
abundantes, nada te será escatimado,
A través de cóleras, pérdidas, ambiciones, ignorancia, hastío,
lo que tú eres se abrirá paso.


Walt Whitman

1 comentario:

Verónica dijo...

De este hombre siempre me han conmovido sus ojos. Ese semblante de paz.