jueves, 24 de julio de 2008

"Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.
Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón
."


Jaime Sabines


Sé que iré al panteón y mi carne será alimento para los gusanos, sé que seré sólo huesos o quizá ceniza dada al viento, aire en movimiento que me dejará en cualquier parte. Sé que ser mortal implica necesariamente una existencia efímera, y que por ello la vida hay que vivirla. Estuve meses jugando a la rayuela, saltando sola de casilla en casilla, creyendo que una mano amiga me ayudaba a pasar los horizontes de tiza. Pero ahora sé que me equivocaba, que esa mano se olvidó hace tiempo de que existo. Por ella estuve en el manicomio, me creí cuerda como cualquier loco. Huí, eché a correr lejos de ese hospital del desequilibrio emocional, reuní todo el amor del tiempo, todas las palabras posibles para decir “te quiero”.
No fue una semana, he de confesarlo. Meses, ya he dicho que fueron meses de pensarte dentro de esa tumba de la ló(gi)ca. Y no fumo, pero te fumé. Te bebí, claro que te bebí. ¿Te respiré? Sí, te respiré en soledad y en silencio, desobedeciendo la receta médica que prescribía abstinencia y tiempo sin ti.
Ahora vivo, y sé que iré al panteón, pero no será en este momento en el que ya me he curado de ti. He salido del manicomio para sentir que estoy entrando en el cielo, última casilla de la rayuela, la primera para empezar a jugar a otro juego.

4 comentarios:

Verónica dijo...

Jugamos un encadenado? Te echo de menos. Me gusta leer que estàs bien. Ayer comprè Rayuela en Italiano, y tambièn Razòn de amor de Salinas bilingùe, què mania con los libros! :p. Te mando un abrazo enorme.

Media y del mar dijo...

Pequeña!!!!!!! Jo, qué ilusión leerte! XD Yo también te echo mucho de menos!
¿Qué tal por tu segunda tierra? Espero que todo bien.
Ahí va la primera palabra del encadenado: Toscana (jajajaja, creo que te va a ser difícil escoger una única palabra... :-p)

Besotesssssssss

Media y del mar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Media y del mar dijo...
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