domingo, 27 de julio de 2008

Palabras al otro lado de la muerte

Muerte. A vueltas con los panteones. Tumbas que a veces dicen más de lo que obligados callan los muertos que acogen. Tumbas de poetas, tumbas de pensadores. ¿Cómo no sentir que bajo la tierra se ocultan cadáveres de hombres cuyas voces aún viven, aún se oyen? Escritores que arrancan al tiempo su tiempo, que no temen a esa dama fúnebre que baila con mortales, pues la esquivan y la evaden con versos, prolongaciones del yo que evita de la muerte cualquier beso.

“¿Quién yace en la tumba de un poeta?”, se pregunta el holandés Cees Noteboom en un libro que invita a reflexionar sobre la vida mientras se camina por los senderos de la muerte. “El poeta no”, se responde, “porque está muerto y el que está muerto ya no es nadie y, por tanto, tampoco está su tumba”. Borges, Balzac, Joyce o Cortázar, entre otros muchos, no están en sus nichos de descanso eterno, no viven en sus tumbas, mausoleos que Simone Sassen ha fotografiado y que se muestran en el libro “Tumbas de poetas y pensadores”.
Cees Noteboom escribe: “todo es irracional. Llevamos flores a nadie, arrancamos los hierbajos para nadie y aquel por quien vamos no sabe que estamos allí. Sin embargo, lo hacemos. En algún rincón secreto de nuestro corazón albergamos la idea de que esa persona nos ve y se da cuenta de que seguimos pensando en ella. Pues eso es lo que queremos; queremos que los muertos reparen en nosotros, queremos que sepan que seguimos leyéndoles, porque ellos siguen hablándonos. Cuando nos hallamos al lado de sus tumbas, sus palabras nos envuelven. La persona ya no existe, pero las palabras y los pensamientos permanecen”.












1 comentario:

isobel dijo...

es una manera de agradecer la vida y la sensaciones que nos dan, besos